Gertrude Stein (1874-1946) fue una de las precursoras de la literatura moderna y, al mismo tiempo, una de las principales figuras de la vanguardia europea. Coleccionó obras de los futuros grandes artistas del siglo XX, y vivió varios años en París. Allí conoció a Pablo Picasso, con quien forjó una estrecha amistad.
En este artículo, analizamos el Retrato de Gertrude Stein (1905-1906), que le dedicó el artista malagueño, y daremos un breve recorrido por esta amistad.
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Picasso y Gertrude Stein
A principios del siglo XX, París era la capital de la cultura. Por aquel entonces, Picasso había iniciado su etapa rosa y vivía en Montmartre, donde estableció contacto con el mundo artístico y literario de la vanguardia, como Henri Matisse (1869-1954) o Gertrude Stein (1874-1946).
Stein nació en Estados Unidos, pero en 1903, después de abandonar su carrera en medicina, su hermano y ella decidieron vivir juntos en Francia, donde empezaron a coleccionar obras de arte. Picasso y la famosa poeta americana se conocieron dos años después, y de allí surgió una gran amistad que se mantendría a lo largo de los años.
Gertrude Stein consiguió reunir a muchos de los principales artistas y escritores del momento gracias a las tertulias intelectuales que ofrecía en su vivienda. Con ello, también ayudó a mejorar la difusión de su obra y a defender las nuevas tendencias artísticas y culturales, como el cine o las teorías psicoanalistas.
Algunas fuentes sostienen que fue Picasso quien pidió a Stein que posara en su estudio para hacerle un retrato. Otras, en cambio, argumentan que fue la poetisa quien pidió dicha pintura. Igualmente, Retrato de Gertrude Stein se empezó a realizar en 1905, pero el pintor necesitó varias sesiones para conseguir lo que se proponía. Sin embargo, cuando volvió de su viaje a España en 1906, Picasso cambió las facciones del cuadro con algunos detalles que después se relacionaron con el cubismo.
Análisis del retrato
En este famoso retrato, Stein aparece sentada en un pintoresco sillón o sofá, mirando fijamente hacia su izquierda. Su silueta es grande y robusta, está definida con trazos suaves y reposa de forma natural, ocupando gran parte del cuadro.
La amplia gama de colores del sillón aparece difuminada, mientras que el fondo tiene un aspecto apagado y abstracto, y los trazos recuerdan a algunos artistas del postimpresionismo, como Cézanne (1839-1906). Como se puede ver, Picasso se aleja de los detalles y se centra en buscar un nuevo lenguaje artístico, mucho más abstracto y expresivo, que recuerda a las esculturas africanas y el arte arcaico.
Pero lo más destacado de esta pintura es el rostro, que es duro y marcado, parecido al de una máscara africana. Las facciones son aplanadas y geométricas, mucho más delimitadas que el cuerpo gracias al sombreado, que sirve de contraste. Además, los ojos son de distinto tamaño e inexpresivos, como algunos de sus retratos en su etapa rosa. Estas características fueron esenciales a la hora de desarrollar el cubismo.
Algunas fuentes afirman que, cuando Stein vio el cuadro, se quedó admirada por el resultado, pero a su vez dijo que no se parecía nada a ella, a lo que el pintor malagueño respondió que no importaba, en el futuro ya se le parecería más.
Esperamos que te haya gustado este post, y que hayas aprendido más acerca de la cultura de las vanguardias y del pintor malagueño.
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