Apuntes de arte

Mujer artista: 4 pintoras clásicas que debes conocer

¿Cuánto sabes sobre la pintura del s.XX?

La historia ha ignorado el papel que las mujeres desempeñaron en ella. Y la historia del arte no es una excepción. Aunque la mujer artista siempre ha estado presente, ya fuera como retratista de la Corte, pintora religiosa o escultora de cámara, la mayoría de los manuales de arte la han silenciado, ubicándola en una posición más de musa que de creadora. En este post te acercamos a la figura de la mujer artista, representada por 4 pintoras clásicas que debes conocer.

Mujer artista: el silenciamiento

La historia del arte está protagonizada por un gran número de mujeres, pero no como mujer artista sino como modelos del hombre artista. Ahí están las diversas majas, La Mona Lisa, Las bailarinas, de Degas o Las señoritas de Avignon, por citar solo algunos ejemplos.

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La mujer artista ha sufrido un proceso de silenciamiento, provocado por la visión androcéntrica de la historia, que la ha relegado al papel de musa del hombre artista.

Esta visión, que ha eliminado a la mujer artista del imaginario colectivo, deriva del concepto de historia del arte del siglo XIX, cuando la moral burguesa vetó a la mujer artista, relegándola al ámbito hogareño y fijando un dominio masculino en el mundo del arte. Y esta marginación estaba muy presente en el momento en que se crearon los grandes museos europeos.

En la lucha por la igualdad es clave conocer la historia de la mujer artista y su contribución a la historia del arte. Vamos a conocer a 4 de las pintoras clásicas más destacadas:

4 pintoras clásicas que debes conocer

Sofonisba Anguissola

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Giovanni Battista Caselli, poeta de Cremona, Sofonisba Anguissola, 1557-1558. Imagen: Museo del Prado

Sofonisba Anguissola nació en una familia humilde, aunque su padre se aseguró de que su educación y la de sus hermanas incorporara las bellas artes. Esto hizo que Sofonisba fuera aprendiz de varios pintores locales, llamando la atención de Miguel Ángel, quien fue su tutor informal.

Anguissola, considerada una figura clave del Renacimiento italiano, tuvo una carrera de éxito a pesar de no haber estudiado nunca anatomía, pues era considerado vulgar para una mujer.

Una de las claves de este éxito fue su papel como retratista oficial de la corte del rey Felipe II de España durante 14 años, cuando también realizó retratos más íntimos de la nobleza.

Sus retratos se caracterizaban por un estilo informal, buscando captar el espíritu del personaje, que acostumbraba a aparecer realizando tareas aparentemente domésticas, con objetos que ayudaban a definir su personalidad.

Aunque sus obras pueden encontrarse en colecciones de todo el mundo, al ser mujer no podía firmar sus obras, lo que hizo que muchas de ellas se atribuyeran a hombres.

Lavinia Fontana

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Autorretrato con espineta, Lavinia Fontana,1577. Imagen: National Geographic

Lavinia Fontana fue una cotizada retratista influenciada por el estilo de Sofonisba Anguissola, veinte años mayor que ella.

Una de las razones por las que los retratos de Fontana eran tan populares era la atención que prestaba a los detalles de peinados y vestuario, lo que la convirtió en una retratista especialmente apreciada por las mujeres nobles.

A los casi cincuenta años Lavinia se convirtió en la pintora oficial de la Corte del Papa Clemente VIII, lo que facilitó que se hiciera con una gran clientela entre la curia, la nobleza y el cuerpo diplomático. En esta época también realizó encargos de arte sacro.

Fontana, que también trabajó para el Palacio Real de Madrid y fue una de las primeras pintoras en recibir grandes encargos públicos, fue la pintora más destacada del Renacimiento y el Barroco.

Además, fue toda una pionera, tanto en el terreno artístico, realizando cuadros de desnudos de hombres y mujeres cuando las mujeres tenían vetados los estudios de anatomía, como en el personal, pues su marido dejó el trabajo para ocuparse de la casa y de los 11 hijos de la pareja.

Artemisa Gentileschi

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Autorretrato como alegoría de la pintura, Artemisia Gentileschi. 1638-39. Imagen: My Modern Met

Artemisia Gentileschi, pintora del Barroco italiano, fue especialmente reconocida por sus representaciones realistas de la figura femenina, el excelente uso de luz y sombras y la profundidad de sus colores.

Se la considera la primera pintora feminista de la historia, pues no permitió que su sexo condicionara su carrera y pintó grandes cuadros bíblicos y mitológicos, como hacían los pintores hombres.

Gentileschi fue la primera mujer admitida en la prestigiosa Accademia del Disegno florentina, lugar en el que consiguió el mecenazgo de los Medici.

Una de sus obras más destacadas, Judith decapitando a Holofernes, es interpretada como su respuesta a la violación que sufrió por parte de su preceptor artístico, Agostino Tassi. En ella, Artemisia se representó en los rasgos de Judith, mientras retrataba a Tassi en los rasgos de Holofernes. La obra puede admirarse en la Galería de los Uffizi.

Tras entrar en el círculo del gran duque Cosme II, Artemisia Gentileschi empezó a tratar con la nobleza y con intelectuales como Galileo Galilei y Miguel Ángel el Joven, bisnieto del gran Miguel Ángel, que le encargó la Alegoría de la inclinación, para la bóveda de la casa familiar. Artemisia pintó un desnudo tan realista, se dice que era un autorretrato, que la familia tuvo que cubrilo con paños.

Gentileschi también recibió encargos de Felipe IV de España y de Carlos I de Inglaterra, que la invitó a su corte en 1638. Allí Artemisia creó una de sus obras más famosas: Autorretrato como alegoría de la pintura, que acompaña estas líneas.

Élisabeth-Louise Vigée-Lebrun

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Autorretrato con sombrero de paja, Élisabeth Vigée-Le Brun, 1782. Imagen: My Modern Met

Élisabeth Vigée-Lebrun era hija de un pintor, que la preparó desde muy joven, lo que hizo que pintara retratos de manera profesional ya desde adolescente.

Vigée-Lebrun, que en toda su carrera realizó casi 1.000 retratos y pinturas de paisajes, llegó a ser nombrada retratista de María Antonieta y, bajo la influencia de la reina, miembro de la Real Academia. Fue la retratista favorita de la aristocracia francesa prerrevolucionaria.

Entre las habilidades artísticas de Élisabeth Vigée-Lebrun destacaba el lograr que sus modelos se relajaran, lo que se traducía en retratos naturales, sin rigidez, lo que en esa época, en que la alta sociedad se representaba de manera muy formal, era una transformación.

Al estallar la Revolución Francesa, Vigée-Lebrun marchó primero a Italia y luego a Viena. Aunque la Revolución truncó su carrera artística en Francia, no sucedió lo mismo en el resto de Europa, pues pasó por las cortes de Praga, Dresde y Berlín, recalando finalmente en San Petersburgo. También residió en Londres durante tres años, en los que retrató a la nobleza británica. Finalmente, hacia 1805 volvió a establecerse en París.

Élisabeth Vigée-Lebrun fue una de las artistas femeninas más valoradas de la época, pero también de las más denostadas, por haber realizado algunas de las grandes obras pictóricas de propaganda política del siglo XVIII, al servicio de la reina María Antonieta.

Ahora ya conoces a 4 de las pintoras clásicas más destacadas, cuyos nombres a menudo han sido olvidados por la historia del arte. La lucha por la igualdad incluye el reconocimiento de la mujer artista, al que esperamos haber contribuido con este post.

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