Joan Miró (Barcelona, 1893 – Palma, 1983) es uno de los artistas catalanes más internacionales del siglo XX. Durante toda su vida los distintos lugares donde vivió influenciaron la evolución de su obra. Ciudades como París, Nueva York o Tokio son un claro ejemplo de ello. Pero no hace falta salir de Cataluña para encontrar uno de los enclaves que más le marcó en su vida y en su etapa como artista: se trata de Mas Miró, una masía de Mont-Roig, en Tarragona. En este artículo queremos profundizar en la relación entre Miró y Tarragona y en qué significó para su obra el periodo de su vida que pasó aquí.
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La etapa de Miró en Tarragona
Mont-Roig es un pequeño pueblo a unos 20km de Tarragona donde los padres de Miró compraron una masía. Poco después de adquirir la casa, el artista cayó enfermo y pasó una larga temporada en esta masía. Fue durante esta temporada cuando orientó definitivamente su vocación y comenzó a introducirse en el mundo de la pintura. De hecho, el artista mismo indicó que «toda su obra está concebida en Mont-roig», y que, junto con Mallorca, “son los dos polos de su inspiración”.
Obras destacadas de la etapa de Miró en Tarragona
El tiempo que pasó Miró en Tarragona, concretamente, en esta masía de Mont-Roig, lo pasó pintando. Utilizó los paisajes que había alrededor de la masía, así como la propia casa, como fuente de inspiración en varios de sus obras.
“La Masia”, 1921-1922
Miró comenzó a pintar La Masía en 1921, justo después de haber hecho una segunda estancia invernal en París. Durante toda la década iba a ser algo habitual que hiciera Miró: alternar París y el Mont-Roig como sus residencias habituales. Miró y Tarragona nunca se desvincularían incluso cuando el artista pasara largas estadas en el extranjero.
La Masia está considerada como la última obra más detallista del pintor. Es la composición pictórica donde se instaura todo un mundo de signos y símbolos que da paso al lenguaje surrealista posterior de Miró. La pintura retrata minuciosamente el paisaje más familiar y personal del artista.

“Terra llaurada”, 1923-1924
Miró ya llevaba 3 años viviendo entre París y Mont-Roig cuando pintó Terra llaurada. Ya se había empapado de toda la magia del grupo de la rue de Blomet y de toda la inspiración espiritual, filosófica y literaria de todos los artistas parisinos que pasaban por el taller de Masson, un amigo de Miró que tenía su estudio contiguo al suyo.

Terra llaurada nace como una representación de La Masia. La mirada con la que reinventa Miró la pintura representa una forma de entender al artista el resto de su obra. Por ejemplo, un elemento del primer cuadro, el árbol de la vida, no está conectado al círculo que genera en La Masia, sino que su tronco incluye un gran ojo central en la copa. Este elemento, el ojo, se va a volver muy importante en el lenguaje de Miró en el futuro, representando un símbolo sagrado.
“Paisatge català (El caçador)”, 1924
Esta obra completa la trilogía que comenzó con La Masía y Terra llaurada, y muestra todas las consecuencias de una evolución estilística y conceptual de Miró desde que pintó la primera. Se trata de una pintura con doble interpretación que emplea la realidad cotidiana. Por un lado como modelo y por otro como punto de partida de una transformación individual a lo universal.

La obra hace muchas referencias a Cataluña: la barretina y la pipa, elementos presentes durante la temporada de caza; la sardina enterrada, característica del comienzo de la Cuaresma; un cazador y un labrador… Y, cómo no, la aparición del ojo central característico de Miró, como representante de una entidad superior.
Podemos afirmar que Miró y Tarragona tuvieron una relación que marcaría su futuro como artista desde Mont-Roig, un lugar clave en su vida. Le sirvió como fuente de inspiración, no solo en el comienzo de su vida artística, sino a lo largo de su recorrido como pintor y escultor.
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