Hay nueve esculturas en Barcelona cuya relevancia artística y estética las convierte en visita obligada para los amantes de la cultura. Hoy vamos a descubrirlas y a conocer su historia y su significado.
El arte no siempre se encuentra dentro de las paredes de los museos o las galerías. Muchos grandes creadores han diseñado obras destinadas a formar parte de los trazados de las ciudades y Barcelona destaca en este sentido. La escultura, concretamente, es una de las disciplinas básicas dentro de la Historia del Arte y encuentra un lugar perfecto en la configuración de las ciudades. Las esculturas actúan como puntos de atención en plazas públicas, centralizan la circulación en las rotondas e invitan a la participación como centros de encuentro y reunión. En concreto, las esculturas de Barcelona conforman un auténtico museo al aire libre que se funde con el diseño y la belleza de su trazado. Surrealistas, figurativas o transgresoras, cada pieza despierta pasiones y polémicas que le dan vida y personalidad. Estas nueve esculturas contemporáneas de Barcelona representan algunas de las facetas más importantes del arte y perpetúan en la memoria urbana a los artistas que las concibieron.
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“Homenatge a Picasso”. Antoni Tàpies, 1981
Restaurada en 2006 por el Ayuntamiento de Barcelona, esta obra concebida por uno de los artistas catalanes más importantes del siglo XX sigue despertando polémica. La escultura se inspira en una frase de Pablo Picasso que forma parte de la obra: “un cuadro no es para decorar un salón, sino que es un arma de ataque y de defensa contra el enemigo”. La obra consiste en un cubo transparente situado en un estanque. Por las paredes del cubo cae agua y en el interior podemos ver un espejo, un sillón y un armario entre un despliegue de telas. De las esculturas de Barcelona, es sin duda una de las más conceptuales e interesantes: una obra digna de su autor que invita a la reflexión.
“Els mistos”. Claes Oldenburg y Coosje van Bruggen, 1992
Claes Oldenburg es uno de los artistas norteamericanos más importantes del siglo XX. Cansado del expresionismo abstracto que triunfaba en su país en los años 60, se alía con la escuela del pop-art y empieza a desarrollar un estilo propio que se caracteriza fundamentalmente por replicar objetos cotidianos a gran escala. Esta impresionante estatua, que se inscribe entre las esculturas de Barcelona que más interés despierta entre los aficionados al arte, la diseñó conjuntamente con su esposa, la artista y escultora Coosje van Bruggen. Está dividida en varias piezas: un gran paquete con varios fósforos unidos (algunos doblados) y una serie de cerillas esparcidas por los alrededores. La obra está realizada en acero esmaltado y es otra de las esculturas más impresionantes de Barcelona. Se puede admirar en el parque de la Vall d’Hebron.
“Barcelona’s Head”. Roy Lichtenstein, 1992
Otro embajador del pop-art por excelencia, Roy Lichtenstein, recibió el encargo de “reflejar la ciudad de Barcelona en un rostro” con motivo de los Juegos Olímpicos de 1992. De ahí surgió “Barcelona’s head (“Cabeza de Barcelona”), una gran escultura de metal pintado que refleja el característico estilo de Lichtenstein, inspirado en la estética del cómic. Situada en el Paseo de Colón y con 15 metros de altura, su imponente imagen rompe el cielo de la ciudad y es un homenaje a la escuela modernista, con Gaudí como máximo exponente.
“Dona i Ocell”. Joan Miró, 1983
En un recorrido por las esculturas de Barcelona, no podía faltar la presencia de uno de los artistas más importantes e icónicos de la ciudad: Joan Miró. Su obra “Dona i Ocell” (“Mujer y Pájaro”) fue la última pieza gran escala realizada por el gran artista catalán. La escultura tiene una altura de 22 metros y está realizada en hormigón revestido de cerámica, una técnica que Miró desarrolló a lo largo de su carrera y que nos ha legado obras magníficas, como los famosos murales que diseñó para la Sede de la UNESCO en París o la pieza Femme (Mujer), de 1978. Quienes deseen admirar esta escultura pueden acercarse al Parque de Joan Miró de Barcelona.
La jirafa coqueta. Josep Granyer i Giralt
Es la pareja del Toro pensador y reina con él en la Rambla de Catalunya. La jirafa coqueta (o “presumida”, como también se la conoce) posa con descaro desde su pedestal desde 1972, el año que fue inaugurada. Ambas esculturas fueron encargadas al artista Josep Granyer i Giralt por un colectivo de ciudadanos, con la idea de convertir la Rambla en un “museo al aire libre” para evitar la construcción de unos aparcamientos subterráneos. A pesar de la controversia que despertó en su día, la jirafa de bronce despierta hoy la admiración y el cariño de barceloneses y visitantes.
Gato. Botero
Si la Jirafa de Granyer i Giralt reina en la Rambla de Catalunya, la del Raval es territorio de otro protagonista de envergadura: el Gato de Fernando Botero. Fundido en bronce y con las proporciones desmesuradas que caracterizan la obra del escultor colombiano, este impresionante felino “vagó” por la ciudad durante dieciséis años hasta encontrar su sitio en el mundo. Hoy, la impactante simetría de gran volumen del animal se ha hecho un hueco en el barrio, convirtiéndose en punto de encuentro y símbolo del vecindario.
Fachada de la Pasión de la Sagrada Familia. Josep Maria Subirachs
En un recorrido por las esculturas de Barcelona, no podemos obviar uno de los enclaves más importantes y populares de la ciudad: la Sagrada Familia de Gaudí. Una de sus zonas exteriores, la Fachada de la Pasión, incluye un grupo escultórico y unas puertas de bronce realizados por el artista Josep Maria Subirachs. Las obras se ejecutaron entre los años 1987 y 2009, y desde el 2019 están catalogadas como Bien Cultural de Interés Nacional. Además, en la ciudad se puede visitar también el Espai Subirachs, inaugurado en 2017 y con un centenar de esculturas del artista que cubren toda su trayectoria creativa. Una visita imprescindible.
Carmela. Jaume Plensa
En el año 2016, el conjunto de esculturas de Barcelona se enriqueció de forma considerable gracias a una exposición de obras del artista Jaume Plensa que tuvo lugar en el Palau de la Música Catalana. Entre las piezas, hubo una que se ganó el aprecio de los barceloneses de de manera instantánea: Carmela, situada en el exterior sobre una peana que hace las veces de asiento. El Ayuntamiento se hizo eco del sentir de los vecinos y negoció la cesión de la pieza con el escultor, que la cedió de forma gratuita por un periodo de ocho años renovables. La escultura representa la cabeza de una joven a gran escala, con los ojos cerrados y en un color gris oscuro. Carmela es “hermana” de otra magnífica escultura de Plensa, Julia, en este caso de color blanco y situada en Madrid.
Barcino. Joan Brossa
La palabra Barcino es el nombre que tenía la ciudad romana de Barcelona. Un concepto elegido por Joan Brossa para diseñar esta escultura, situada en la Plaza Nova del Barrio Gótico de la ciudad. La obra está formada por las letras que conforman la palabra, a gran escala y realizadas en dos metales: seis de ellas son de bronce, mientras que una es de aluminio. La ubicación de la escultura junto a las antiguas murallas fomenta el contraste entre la estética contemporánea y la arquitectura de la ciudad antigua. El escenario y las letras conforman un conjunto armonioso gracias a la esencia poderosa y monumental que comparten. La obra se instaló en su localización en el año 1994, cuatro años antes de la muerte del escultor.
Estas y otras esculturas de Barcelona dotan a la ciudad de una personalidad única, generando recorridos llenos de interés y belleza. Ejemplos del mejor arte de los últimos tiempos y de los movimientos artísticos más importantes del siglo XX, constituyen un tesoro del patrimonio y un regalo para los amantes del arte.
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