Apuntes de arte

Edgar Degas: cinco cuadros que no debes perderte

¿Cuánto sabes sobre la pintura del s.XX?

¿Conoces la obra del pintor Edgar Degas? Sus cuadros suelen ser calificados como impresionistas aunque, como verás a continuación, el artista no se consideraba dentro de esta tendencia. Descubre su estilo y personalidad a partir de cinco de sus obras más icónicas.

Edgar Degas y su pasión por el cuerpo humano

Mientras que los impresionistas se dedicaban a la pintura de paisaje, Degas tenía al cuerpo humano como principal objeto de observación: se consideraba un pintor realista o naturalista. Lo que sí compartía con los impresionistas era su obsesión por captar el movimiento, que podemos observar en sus repetidas variaciones sobre temas como las bailarinas, en las que trataba de reproducir su ritmo y sus posturas.

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Edgar Degas reflejó como nadie la vida diaria de París, de la que mostraba los cafés, la ópera o las carreras de caballos. Utilizaba un encuadre descentrado, fuera de lo convencional, que otorgaba a sus obras la apariencia de ser instantáneas y fugaces.

Edgar Degas: cuadros más icónicos

La familia Bellelli, 1858-1967

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La familia Bellelli, Edgar Degas, 1858-1967. Imagen: Musée d’Orsay

Este cuadro es una obra maestra de la juventud del pintor parisino. Degas refleja las tensiones familiares a través de los contrastes y gestos de cada uno de los personajes. De este modo, crea un ambiente de malestar para el que se sirve de colores sobrios y juegos de perspectivas entre puertas y espejos. Incluso aparece un perrito cortado que pretende escapar. La barona, se muestra rígida y digna, ya que estaba de duelo por la reciente muerte de su padre. El padre, en cambio, se muestra en una posición introvertida y recogida. La hija pequeña, con su pierna cruzada en actitud informal, es la única que aligera un poco la tensión.

La orquesta de la Ópera, 1870

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La orquesta de la Ópera, Edgar Degas, 1870. Imagen: Musée d’Orsay

Este cuadro muestra otra manera de ver la ópera: desde la perspectiva de la orquesta. El cuadro se encuentra dividido en tres partes: en la parte superior, sutilmente recortada, se encuentra el escenario principal. En el centro, aparece el foso de la orquesta, la gran protagonista de la obra. La tercera es la zona del espectador, que apenas ocupa un pequeño lugar.

El contraste entre escenario y foso se trata de forma muy diferente en cada una de las dos partes del cuadro: la zona mediana está dibujada como un retrato con una gran meticulosidad y precisión, mientras que las bailarinas del fondo apenas están esbozadas. El músico que aparece en primer plano es el bajonista Désiré Dihau, amigo del artista. Para que apareciera en el centro del cuadro, el pintor tuvo que cambiar la disposición típica de la orquesta.

Las planchadoras, 1884-1886

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Las planchadoras, Edgar Degas, 1884-1886. Imagen: Musée d’Orsay

Además de los momentos de ocio del círculo cercano de Edgar Degas, los cuadros del artista también reflejan la vida laboral, como es el caso de las lavanderas y las planchadoras. Este tema no es casual: con él, Degas quería mostrar algunas de las preocupaciones de la época, como la vida diaria y la miseria de las clases obreras de París. Las dos planchadoras están representadas de manera tierna pero nada condescendiente: metidas de lleno en su trabajo, agotadas. El pintor se interesó, sobre todo, en sus gestos cotidianos y espontáneos.
Para este cuadro, Degas utilizó un soporte granuloso, que crea una textura poco homogénea que resalta los colores pastel. Tanto el tema como la técnica influenciaron a un joven Picasso en su etapa azul.

Bailarinas, 1884-1885

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Bailarinas, Edgar Degas, 1884-1885. Imagen: Musée d’Orsay

Esta obra es una de las más icónicas dentro del periodo clásico de Degas. La temática de bailarinas es recurrente en su obra desde 1870 pero, en esta ocasión, el formato es nuevo. El pintor cambia su estilo y simplifica la composición: desdibuja las caras, reduce la profundidad y se focaliza en un solo personaje o un grupo de figuras.

Mientras que en sus cuadros anteriores de bailarinas pintaba figuras aisladas y grandes vacíos, en este se aprecian seis figuras juntas. Los tutús, en los que conseguía una textura increíblemente vaporosa gracias a los colores pastel, son el nexo de unión entre las diferentes bailarinas. La densidad en el trazo cambia, al igual que los colores, que crean contrastes con algunos detalles muy definidos, como los cabellos de las bailarinas, rojizos y casi verdes, y la blancura de sus espaldas.

La bañera, 1886

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La bañera, Edgar Degas, 1886. Imagen: Musée d’Orsay

Este cuadro en tonos pastel forma parte de una serie de siete obras de Degas que giran en torno al  tema de la mujer en el aseo. El pintor aborda sin tapujos este momento íntimo, en el que la postura de la mujer está inspirada en la Afrodita en cuclillas de la Antigüedad. La naturaleza muerta se ha representado mediante el principio del desplome, de inspiración japonesa, una técnica que falsea la perspectiva.

¿Qué te ha parecido la obra de Edgar Degas? Estos cuadros muestran tanto la diversidad de temas que abarcó como su peculiar estilo, que supo hacer evolucionar con el tiempo.

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